Rea se enfureció por la acción de Cronos y decidió salvar a su hijo Zeus. Cuando Zeus nació, Rea le dio a Cronos una piedra envuelta en pañales, y Cronos la devoró sin darse cuenta de que no era su hijo. Mientras tanto, Zeus fue criado en secreto por una ninfa en la isla de Creta. Cuando Zeus creció lo suficiente, decidió enfrentarse a su padre para liberar a sus hermanos, quienes aún permanecían en el interior de Cronos. Con la ayuda de Metis, la diosa de la sabiduría, Zeus logró que Cronos bebiera una poción mágica que le hizo vomitar a los hijos que había devorado: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. Así comenzó una lucha épica conocida como la Titanomaquia, en la que Zeus y sus hermanos se enfrentaron a los titanes por el dominio del cosmos. Tras la victoria de Zeus y sus aliados sobre los titanes, el nuevo régimen del Olimpo comenzó a tomar forma. Zeus, como líder supremo, distribuyó el dominio del universo entre él y sus hermanos: Zeus gobernaría los cielos, Poseidón tomaría el control de los mares y Hades regiría el inframundo. Este reparto simbolizó un equilibrio en el cosmos, donde cada divinidad tenía su reino y responsabilidad. Sin embargo, a pesar de la aparente armonía, las historias de los dioses del Olimpo estarían marcadas por conflictos, romances y aventuras que definirían la mitología griega para las generaciones futuras.